

A pesar de haber pasado un año 2020 completamente bizarro, con tantas altas y bajas, y con un encierro mental y físico, llegó diciembre y pareciera que hasta cierto punto se adormecieron las memorias que dejó “el año de la pandemia”; en un año común y corriente, este mes, habría sido el detonante generalizado de fiestas, “re-uniones” familiares, y del clásico cierre de ciclo y por supuesto, las ceremonias y costumbres para recibir un nuevo año. Y resalto “Un año común y corriente”, aunque a pesar del virus, la pulsión de muerte se hizo presente en una gran mayoría de personas, que en contra de las indicaciones, realizaron sus fiestas decembrinas.
Incertidumbre, miedo, angustia. Nos encontramos frente a un virus que nos obliga a replantearnos la existencia de manera constante. Un caso, una ciudad, un país, y así sucesivamente hasta resultar en una pandemia. Vino a posponer y eliminar planes, sueños, relaciones, incluso la sobrevivencia per se.